Hasta hace algún
tiempo, Marcela, una alumna universitaria, dedicaba gran parte de su tiempo al
estudio, pero aprendía muy poco. Sus notas eran regulares. Marcela estaba muy
desesperada.
Un sábado en la
mañana se encontró con Andrea, una de sus compañeras que siempre se sacaba muy
buenas notas. En ese momento, Andrea partía de excursión, aprovechando el fin
de semana.
-¡Quien como tú que
puedes irte de paseo! – Exclamo Marcela-. Lo que es yo, tengo que quedarme a estudiar
estos dos días. ¡Qué suerte tienes de ser tan inteligente!
-¡No digas eso,
Marcela! –respondió Andrea-. Posiblemente eres más inteligente que yo. Lo que
pasa es que a mí me enseñaron a estudiar. Creo que te puedo ayudar. Juntémonos
el lunes después de la prueba y hablemos por tu problema.
Andrea partió a su
excursión y Marcela se quedo estudiando sin parar. El lunes después de la
prueba las dos amigas se juntaron. A las dos les había ido bien. Durante un
largo tiempo examinaron el modo de estudiar de cada una.
Marcela estudiaba en
todas partes: en la biblioteca, en el café, en los jardines, en cualquier
habitación de la casa. Su método de estudio consistía en leer los textos muchas
veces; aunque el libro fuera suyo, rara vez subrayaba las parte importantes;
ocasionalmente tomaba algunas notas.
Andrea, en cambio
estudiaba en dos partes: en la biblioteca de la universidad o en el escritorio
de su pieza, que compartía con un hermano más chico.
-Si estudio en el
patio o en el café no puedo concentrarme. Me dan ganas de participar en las
conversaciones o en los juegos. Prefiero conversar o jugar sin pretender
estudiar –explicó Andrea.
- Por eso debe ser
que cada vez que estudio en el patio o en el café aprendo tan poco –respondió
Marcela...
-Puede ser- le dijo
Andrea-. Como te gustaría más estar con los otros, el estudio se te hace
pesado; no te concentras, y no aprendes. Por eso, yo siempre estudio en lugares
que no presentan distracciones.
-¿Por qué no me
explicas entonces tu método de estudio? –pregunto Marcela.
-Mira, Marcela.
Primero veo lo que voy a estudiar. Les doy una mirada a los títulos y
subtítulos del texto o examino el índice. Eso es lo primero. Luego cierro el
libro y en una hoja escribo las preguntas que se me ocurren acerca de lo que
voy a estudiar. Luego leo una o dos veces el texto.
-¿Y subrayas el
libro?
-Sí, Marcela. Subrayo
las ideas principales.
-¿Y lees la materia
de una sola vez?
-No, Marcela. Divido
la materia en partes más o menos cortas.
-¿Y luego qué haces?
-Luego cierro el
libro y lo guardo en un cajón donde no lo vea. Entonces, primero trato de
responder las preguntas que escribí antes de empezar a leer. Luego trato de
resumir por mi cuenta lo que leí. Cuando termino de responder las preguntas y
de hacer mis resúmenes, repito en voz alta lo que resumí como si estuviera
explicándoselo a otro. Finalmente reviso el libro y corrijo lo que está mal, completando lo que
me falta.
¿Sabes cómo se llama
mi método?
-No tengo idea,
Andrea.
-Mi método se llama
EPL4R2C.
-EPL4R2C? ¿Qué
significa eso?
-E significa:
Examino. P: Pregunto. L: Leo
-¿Y cuáles son las
4R?
- Respondo, Resumo,
Repito, Reviso.
-¿Y las dos C?
-Corrijo, Completo.
¿Qué te parece, Marcela?
-Muy buen método,
Andrea. ¿Tú lo inventaste?
-No, mujer. La base
la inventó una educadora llamada Francis Robinson, en 1962. A mí me lo enseñaron
hace dos años y lo adapté un poco.
Marcela se fue a su casa, y allí, por su cuenta, se
propuso un método para estudiar con más provecho. El método de Marcela se
llama: EPL 4R 2C
SAP (SAP significa: Salgo A Pasear).
Ahora reflexiona...¿Cómo estudio?
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